Jessica Hanna, casada y madre de 4 hijos, le diagnosticaron un cáncer terminal cuando estaba embarazada del cuarto. Los médicos le aconsejaron que abortara, pero optó por la vida. Ella ha explicado en una entrevista en EWTN y que ha recogido Aciprensa, que su embarazo renovó su fe y la impulsó a dar testimonio de la confianza en Dios.
Recibió quimioterapia pero modificada de manera que no afectara a la vida de su bebé. Se encomendó al beato P. Solanus Casey, un fraile capuchino, y a Santa Gianna Beretta Molla, que murió tras rechazar el tratamiento de quimioterapia estando embarazada.
Jessica decidió ir contando todo el proceso en redes sociales. Pensó: “No sé adónde me está llevando Dios ¿Me va a llevar por el camino en el que necesito mostrarle a la gente cómo morir con gracia, con su gracia y misericordia? ¿O va a mostrar un milagro?” Se abandonó completamente en Dios uniéndose al sufrimiento en la Cruz de Cristo y animó a acudir a la Virgen María, que “sabe lo que es tener los dolores cuando se trata de tu hijo y el miedo”.
Después de dar a luz, los exámenes médicos fueron claros. Su diagnóstico, que al inicio era terminal, se volvió curable.
Fuente: Aciprensa