Cuando hablamos de pornografía, una de las preguntas más comunes es si realmente puede ser adictiva o no. Según muchos expertos en adicciones, es absolutamente posible que lo sea.
¿Te suena el nombre “Pavlov”?
Si no es así, aquí hay un resumen: Ivan Pavlov fue un investigador ruso de principios del siglo XX que se hizo famoso porque tenía un laboratorio lleno de perros. Eso era porque un día descubrió que, a la hora de comer, los perros salivaban, no solo cuando veían su comida, sino cuando escuchaban los pasos de sus cuidadores.
Este descubrimiento dejó a Pavlov totalmente fascinado, así que empezó a experimentar. En la versión más popular de esta historia, él hacía sonar una campana cuando alimentaba a los perros y, efectivamente, pronto empezaron a salivar cada vez que escuchaban la campana.
A partir de estos famosos experimentos ganadores del Premio Nobel, la respuesta pavloviana, o “condicionamiento”, se ha convertido en la base de muchas teorías psicológicas, como también una referencia habitual de la cultura pop (“¿Quieres una menta, Dwight?”). En esencia, lo que Pavlov descubrió es que nuestros cerebros pueden formar asociaciones subconscientes entre cosas, incluso si esas cosas pueden parecer no relacionadas. Y, una vez que se forman esas asociaciones, pueden producir poderosas respuestas psicológicas, emocionales y fisiológicas.
¿Y qué tiene que ver todo esto con la pornografía?
La ciencia del conductismo ha recorrido un largo camino desde el descubrimiento de Pavlov. Entendemos mucho más hoy sobre las asociaciones que nuestros cerebros pueden crear, y algunos investigadores han teorizado que ciertos tipos de condicionamiento pavloviano podrían ayudar a explicar dos de los grandes misterios de las adicciones y los comportamientos compulsivos: 1) ¿Por qué las personas continúan involucradas en estos comportamientos, incluso cuando no les generan más que vacío o sufrimiento?, y 2) ¿por qué es tan fácil recaer en estos comportamientos, a veces incluso años después de que la persona haya dejado de comportarse así?
¿La pornografía puede ser adictiva?
Ahora, antes de continuar, hablemos del elefante en la sala: la adicción a la pornografía. Para empezar, queremos dejar en claro que no todos los que consumen pornografía son adictos. De hecho, los expertos han señalado que, si bien algunos individuos pueden volverse adictos a la pornografía, la mayoría de los consumidores no lo son.
Aunque este artículo se enfoca en la ciencia detrás de la adicción a la pornografía, ten en cuenta que muchos de los efectos negativos del consumo de pornografía pueden afectar a los consumidores, independientemente de si sus hábitos califican como adicciones diagnosticables.
Entonces, ¿qué es lo que hace que algo califique como adicción? Según la Sociedad Estadounidense de Medicina de las Adicciones, se entiende por adicción a “una enfermedad médica crónica tratable que involucra interacciones complejas entre los circuitos cerebrales, la genética, el medio ambiente y las experiencias de vida de un individuo. Las personas con adicción usan sustancias o participan en comportamientos que se vuelven compulsivos y a menudo continúan a pesar de las consecuencias perjudiciales”. Muchos expertos coinciden en que el consumo de pornografía es una conducta que, de hecho, puede calificarse como adicción en casos graves .
Debido a que gran parte de la adicción ocurre de manera neurológica, algunos expertos han determinado cuatro principales cambios cerebrales comunes en los cerebros de los adictos: sensibilización, desensibilización, hipofrontalidad y un mal funcionamiento del sistema de estrés. Spoiler alert: la investigación confirma que cada uno de estos cambios cerebrales se pueden encontrar en los casos de consumo de pornografía .
¿Qué es la sensibilización?
De acuerdo con una teoría sobre las raíces de la adicción, la teoría de la sensibilización de incentivos, participar repetidamente en comportamientos adictivos puede crear recuerdos y asociaciones poderosas entre la sustancia o el comportamiento y las cosas que lo rodean.
Debido a esas poderosas asociaciones, ciertas señales pueden generar intensas respuestas psicológicas o antojos que luego pueden hacer que el adicto regrese a la sustancia o al comportamiento. En las conversaciones cotidianas, a veces nos referimos a la sensibilización como la sensación de estar “provocado”. Por ejemplo, un exfumador puede decir con total sinceridad: “Odio los cigarrillos. Los cigarrillos arruinaron mi salud. Espero no volver a ver otro cigarrillo en mi vida”. Y, sin embargo, si experimenta ciertas “señales” —el olor a tabaco, el lugar donde solían fumar o incluso una determinada hora del día—, puede sentir impulsos repentinos, en ocasiones increíblemente difíciles de resistir.
Estas conexiones a veces pueden durar años, incluso después de que se haya abandonado ese hábito. Este mismo proceso de sensibilización puede ocurrir con la pornografía. De hecho, docenas de estudios han demostrado el papel de la sensibilización en el consumo problemático de pornografía, incluidos varios estudios que también ilustran la similitud entre la adicción a sustancias y el consumo compulsivo de pornografía .
Uno de los aspectos más interesantes de la sensibilización es la distinción que establece entre la gran y poderosa parte de nuestro cerebro de “querer” y la parte relativamente pequeña de “gustar”. En el caso de la pornografía, por ejemplo, el consumo repetido puede hacer que la parte de nuestro cerebro que “gusta” se vuelva insensible a los efectos de la pornografía, incluso cuando las conexiones que se forman por la parte de nuestro cerebro que “quiere” son cada vez más arraigadas.
Entonces, por ejemplo, una persona que continuamente mira pornografía cuando se siente sola o aburrida puede descubrir que la soledad o el aburrimiento desencadenan un intenso deseo de ver pornografía. Incluso cuando la pornografía en sí misma le brinda cada vez menos placer. Combinada con los otros cambios cerebrales inherentes a la adicción, la sensibilización puede hacer que dejar la pornografía sea increíblemente difícil.
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La buena noticia, sin embargo, es que el cambio es absolutamente posible. Las investigaciones y las experiencias de miles de personas han demostrado que, con el tiempo, los efectos negativos de la pornografía pueden controlarse y revertirse en gran medida .
De hecho, incluso en casos de adicciones graves a drogas y otras cosas, las investigaciones muestran que, con el tiempo, el cerebro puede curarse con un esfuerzo prolongado . También indican que, si bien la culpa puede motivar un cambio saludable, la vergüenza en realidad alimenta hábitos pornográficos problemáticos. Entonces, si estás tratando de dejar la pornografía, sé amable contigo mismo y sé paciente con tu progreso.
Como para todo, el cerebro tarda en recuperarse. Pero los esfuerzos diarios marcan una gran diferencia a largo plazo. Es lo mismo que con un músculo que se vuelve más grande y más fuerte cuanto más lo usas: cuanto más tiempo te mantengas alejado de la pornografía, más fácil será hacerlo. Todo lo que se necesita es práctica.
Publicado en Ama fuerte