©Cipriano Fornas |
Hoy, jueves siguiente al Domingo de la Santísima Trinidad, celebramos la festividad del Corpus Christi.
La fiesta del Cuerpo y la Sangre de Jesús, es celebrar la fiesta de la Eucaristía que exalta y pone en la consideración de los fieles este misterio tan grande, cómo Jesús se hace presente en la Eucaristía.
El Concilio Vaticano II dice que la Iglesia “vive y crece por la Eucaristía”. La Eucaristía no tiene vida por sí misma, sino que la recibe de Cristo.
Él se ha quedado con nosotros, porque sin Él la Iglesia no crecería ni en el número ni en la santidad de sus miembros. Precisamente es este el motivo por el cual este sacramento forma parte del día a día de la Iglesia. Celebrar la Eucaristía es un gesto sencillo, pero esa sencillez no debería llevarnos a olvidar su grandeza.
"Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores. Está escondido en el Pan. Se humilló hasta esos extremos por amor a ti." San Josemaría Escrivá
Por eso celebramos el Corpus Christi: para recordar que no hemos de dejar de admirarnos ante la grandeza de lo que en ella se contiene.
Solemos tender a minusvalorar los pequeños gestos que forman parte de nuestra vida ordinaria. Pero si lo pensamos bien son los más importantes y necesarios: todos los días nos alimentamos, relacionamos con las personas que forman parte de nuestra vida, estudiamos y trabajamos… Sin lo ordinario no podríamos vivir. Los acontecimientos extraordinarios, aunque sean importantes porque nos ayudan a afrontar la vida de cada día, son excepcionales.
Hoy proclamamos que lo que sostiene nuestra fe y nuestra vida en el camino hacia el cielo, es este sencillo sacramento, ya que en él se oculta el tesoro más valioso que tenemos y que podemos ofrecer a nuestro mundo, que es Cristo.
En la procesión expresamos lo que somos como Iglesia: un pueblo que camina por el mundo alegre y confiado, porque nos sentimos acompañados por el Señor y eso nos infunde seguridad y esperanza. Lo importante de la procesión? No, no es que acompañamos al Señor, sino que Él nos acompaña a nosotros. Él no nos abandona: está con nosotros y camina a nuestro lado.