Sor Mª Cristina, Orden de Santa Clara (clarisa)
Dios sigue llamando a jóvenes a seguirle de una forma especial siendo ofrenda para Él. Por eso las Clarisas de León organizan del 24 al 26 de junio un retiro vocacional para chicas. Desde Christus Vincit hemos querido conocer de cerca la vocación de una de estas monjas. Además, cuentan con dos blogs muy interesantes para profundizar más en su carisma, puedes verlos aquí y aquí.
Sor Mª Cristina de la Eucaristía es natural de León, entró en el convento el 7 de diciembre del 99 y su profesión solemne fue el 8 de diciembre del 2005. “Tengo 34 años (me planté cuando crucé el umbral de la puerta del Convento), o 22 (los que llevo en la Casa del Señor) o 56 (los que llevo en esta tierra): los que prefieras.”
Pregunta. ¿Cómo era tu vida de fe antes de ser monja?
Respuesta. Iba a Misa los domingos. Después de la Confirmación di catequesis durante varios años, y desde los 15 formo parte de la Legión de María (antes como miembro activo, ahora como miembro auxiliar, con la oración). Uno de los trabajos que desempeñaba era llevar un grupo de jóvenes legionarios.
P. ¿Cuándo empezaste a pensar en la vocación?
R. Cuando al ir pasando las distintas etapas de la vida (instituto, universidad, trabajo) y no encontrar al “hombre de mi vida” con quien casarme y formar una familia, me preguntaba: ¿tan rara soy, que no me aguanta nadie? Pero llegó un momento que cambié la pregunta: O ¿es que Dios tiene algo distinto pensado para mí, y por eso no aparece “ese hombre”? Entonces hice una relectura creyente de mi vida en esa clave y descubrí cómo el Señor había cuidado de mí siempre.
P. ¿Cómo fue tu llamada a la vida clarisa en León en concreto?
R. El Señor fue quien me indicó la Orden de las Clarisas. Como en León había un Convento, comencé a visitarlas, hice una experiencia de 10 días en clausura, y a los dos meses entré.
P. ¿Qué té ayudó a discernir la vocación?
R. El trato con el Señor en la oración personal y en la Eucaristía cada día, el compartir los sentimientos y dudas que tenía con un amigo misionero y la experiencia realizada.
P. ¿Qué te atrae más de vuestro carisma?
R. El carisma eucarístico, la vida de comunión fraterna (o Santa Unidad como la llama Santa Clara), donde cada hermana es un don de Dios, la alegría franciscana y la pobreza como confianza total en la Providencia de Dios.
P. ¿De qué modo te enriquece la vida de Comunidad?
R. La vocación y vida de la hermana clarisa se desarrolla y alcanza su perfección en la comunidad, que es para ella como sacramento de Dios providente, que nos cuida con corazón de Madre. Por su parte, cada una se muestra como manos y corazón de Dios para con las demás hermanas.
Sor Mª Cristina de la Eucaristía es natural de León, entró en el convento el 7 de diciembre del 99 y su profesión solemne fue el 8 de diciembre del 2005. “Tengo 34 años (me planté cuando crucé el umbral de la puerta del Convento), o 22 (los que llevo en la Casa del Señor) o 56 (los que llevo en esta tierra): los que prefieras.”
Pregunta. ¿Cómo era tu vida de fe antes de ser monja?
Respuesta. Iba a Misa los domingos. Después de la Confirmación di catequesis durante varios años, y desde los 15 formo parte de la Legión de María (antes como miembro activo, ahora como miembro auxiliar, con la oración). Uno de los trabajos que desempeñaba era llevar un grupo de jóvenes legionarios.
P. ¿Cuándo empezaste a pensar en la vocación?
R. Cuando al ir pasando las distintas etapas de la vida (instituto, universidad, trabajo) y no encontrar al “hombre de mi vida” con quien casarme y formar una familia, me preguntaba: ¿tan rara soy, que no me aguanta nadie? Pero llegó un momento que cambié la pregunta: O ¿es que Dios tiene algo distinto pensado para mí, y por eso no aparece “ese hombre”? Entonces hice una relectura creyente de mi vida en esa clave y descubrí cómo el Señor había cuidado de mí siempre.
P. ¿Cómo fue tu llamada a la vida clarisa en León en concreto?
R. El Señor fue quien me indicó la Orden de las Clarisas. Como en León había un Convento, comencé a visitarlas, hice una experiencia de 10 días en clausura, y a los dos meses entré.
P. ¿Qué té ayudó a discernir la vocación?
R. El trato con el Señor en la oración personal y en la Eucaristía cada día, el compartir los sentimientos y dudas que tenía con un amigo misionero y la experiencia realizada.
P. ¿Qué te atrae más de vuestro carisma?
R. El carisma eucarístico, la vida de comunión fraterna (o Santa Unidad como la llama Santa Clara), donde cada hermana es un don de Dios, la alegría franciscana y la pobreza como confianza total en la Providencia de Dios.
P. ¿De qué modo te enriquece la vida de Comunidad?
R. La vocación y vida de la hermana clarisa se desarrolla y alcanza su perfección en la comunidad, que es para ella como sacramento de Dios providente, que nos cuida con corazón de Madre. Por su parte, cada una se muestra como manos y corazón de Dios para con las demás hermanas.
Comunidad de clarisas de León
P. ¿Cómo vivís vuestro camino de pequeñez?
R. Con inmenso gozo, la minoridad es parte esencial del carisma franciscano.
P. ¿Cómo dejarse enamorar cada día más del Señor?
Dejándome envolver por el amor apasionado de nuestro Dios. Su presencia es como la zarza ardiente del Sinaí, que arde sin consumirse. Alimentándome de su Eucaristía y su Palabra cada día; compartiendo esta riqueza con las hermanas de la Comunidad y abrazando a toda la humanidad, como colaboradora y apoyo de los miembros vacilantes del Cuerpo de Cristo.
P. ¿Cómo vivís la cuenta de conciencia y el respeto a la acción de Dios en cada una, dentro del carisma propio?
R. Con sencillez, libertad y confianza, pues la abadesa es madre y sierva de cada hermana, y cuida de ellas como la madre de su pequeño, en palabras de nuestra Seráfica Madre Santa Clara.
P. ¿Qué le dirías a los jóvenes que tienen inquietud vocacional y no saben qué hacer o cómo responder a ella?
R. Con inmenso gozo, la minoridad es parte esencial del carisma franciscano.
P. ¿Cómo dejarse enamorar cada día más del Señor?
Dejándome envolver por el amor apasionado de nuestro Dios. Su presencia es como la zarza ardiente del Sinaí, que arde sin consumirse. Alimentándome de su Eucaristía y su Palabra cada día; compartiendo esta riqueza con las hermanas de la Comunidad y abrazando a toda la humanidad, como colaboradora y apoyo de los miembros vacilantes del Cuerpo de Cristo.
P. ¿Cómo vivís la cuenta de conciencia y el respeto a la acción de Dios en cada una, dentro del carisma propio?
R. Con sencillez, libertad y confianza, pues la abadesa es madre y sierva de cada hermana, y cuida de ellas como la madre de su pequeño, en palabras de nuestra Seráfica Madre Santa Clara.
P. ¿Qué le dirías a los jóvenes que tienen inquietud vocacional y no saben qué hacer o cómo responder a ella?
R. Que no tengan miedo y que le pregunten al Señor: “Señor, ¿qué quieres que haga?”, descúbreme el sueño de amor que tienes reservado para mí. A Dios nadie le gana en generosidad, “Cristo no nos quita nada, nos lo da todo”.
Retiro vocacional para chicas