Un diablo, Escrutopo, le cuenta a su sobrino aprendiz, Orugario, trucos para engañar y tentar al joven que tiene encomendado. En cada carta hay un consejo, por ejemplo: hacer que el joven piense en sí mismo, que no piense en Dios, que se fije en los defectos de los demás, etc.
En paralelo, también se ve cómo se lamenta de la perspectiva que tiene Dios del hombre: amor a sus criaturas, misericordia, perdón… la mirada de compasión que tiene el Señor sobre quienes desprecia tanto el diablo es algo que no puede soportar. Podría compararse con la meditación de “Las dos banderas” que hace San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales.
Está muy bien para reflexionar sobre el Amor de Dios, que es mucho más grande, y no se puede comparar con el poder del diablo. Por eso no hay que tener miedo al diablo, sino confiar en Dios, que es infinitamente más poderoso y nos ama.
También para discernir las trampas del tentador, a veces disfrazadas de bien, de espiritualidad, mete la soberbia, el creerse mejor que los demás, el egoísmo, la búsqueda de las propias apetencias por encima de las necesidades de los demás. Y reírse de ellas y de nosotros mismos, que caemos en esas cosas. Sin obsesionarse con esas tentaciones y caídas, pero tomándolo en serio.
Son unas treinta cartas breves, es una lectura amena, para tener un cuaderno a mano y apuntar aquello con lo que nos sentimos identificados, y así llevarlo a la oración y a la dirección espiritual. Para leer con la mente y el corazón abiertos para así poder examinarnos a nosotros mismos, dispuestos a mejorar.
C.S. Lewis (1898-1963) es un escritor amigo de J.R.R. Tolkien, autor de Las Crónicas de Narnia, Cartas del diablo a su sobrino, El diablo propone un brindis. Es converso al cristianismo, anglicano, pero muy cercano al catolicismo.
En paralelo, también se ve cómo se lamenta de la perspectiva que tiene Dios del hombre: amor a sus criaturas, misericordia, perdón… la mirada de compasión que tiene el Señor sobre quienes desprecia tanto el diablo es algo que no puede soportar. Podría compararse con la meditación de “Las dos banderas” que hace San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales.
Está muy bien para reflexionar sobre el Amor de Dios, que es mucho más grande, y no se puede comparar con el poder del diablo. Por eso no hay que tener miedo al diablo, sino confiar en Dios, que es infinitamente más poderoso y nos ama.
También para discernir las trampas del tentador, a veces disfrazadas de bien, de espiritualidad, mete la soberbia, el creerse mejor que los demás, el egoísmo, la búsqueda de las propias apetencias por encima de las necesidades de los demás. Y reírse de ellas y de nosotros mismos, que caemos en esas cosas. Sin obsesionarse con esas tentaciones y caídas, pero tomándolo en serio.
Son unas treinta cartas breves, es una lectura amena, para tener un cuaderno a mano y apuntar aquello con lo que nos sentimos identificados, y así llevarlo a la oración y a la dirección espiritual. Para leer con la mente y el corazón abiertos para así poder examinarnos a nosotros mismos, dispuestos a mejorar.
C.S. Lewis (1898-1963) es un escritor amigo de J.R.R. Tolkien, autor de Las Crónicas de Narnia, Cartas del diablo a su sobrino, El diablo propone un brindis. Es converso al cristianismo, anglicano, pero muy cercano al catolicismo.
Reseña por: Miguel Jiménez (Hno)