Cuando grababa el vídeo de “feliz Navidad”, tratando de empatizar con algunas situaciones en las que la felicidad no es obvia, no me podía imaginar que iba a ser mi agüelita la que echase al abuelo de menos en la silla de al lado esa misma noche.
Estaba precisamente subiendo el vídeo a instagram cuando una llamada descuadra todo. El agüelito ingresado en el hospital sin mucho diagnóstico el día de Nochebuena.
Si te parece que vivir las circunstancias presentes impide celebrar la Navidad,
recuerda que la Navidad celebra la Presencia que permite vivir las circunstancias.
Y es que cada vez más me doy cuenta de que el milagro no es que la vida sea perfecta sino poder Vivir en medio de la imperfección. Pero ¿qué o quién hace posible esto?
Una comida improvisada, videollamada, kilómetros de coche medidos en álbumes de música, y hasta el portal como hace 2000 años, Belén (“casa del pan”) era hoy la mesa de un hospital, con un pesebre de vías y sondas sustituyendo la paja y los animales, pero el mismo Dios de nuevo hecho carne, en el pesebre más humilde, el corazón necesitado del agüelito.
¿Es posible irse en paz a la cama en medio del caos? ¿Cabe la alegría en medio del miedo? ¿Caben en el mismo pesebre sentirte amado por El mismo a quien gritas de incomprensión? Una vez hace dos milenios fue así. Y esta noche, me voy a la cama también así.
Feliz Navidad, porque Él es Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”, ¿y si Dios está con nosotros, quién contra nosotros?
PD: para colmo de #gratuidad esta mañana celebraba en Albondon con el III prefacio de Navidad ¡la eternidad es nuestra! nada puede agotarnos, ¡nada! Lo dicho, a la cama, qué paz, qué esperanza, qué feliz (na)vida(d).