En el corazón de cada hombre se encuentra, por naturaleza, la inquietud, que le lleva a la búsqueda constante de alguna cosa que pueda llenar su anhelo.
La constante frustración
Todos hemos experimentado la frustración que supone percibir en nuestra vida que nada nos basta ¿No lo has pensado? Cuando intentamos llenar nuestro corazón con ideales, propósitos, metas o deseos mundanos sólo recibimos una sensación de plenitud que exclusivamente permanece en el momento en el que lo vivimos, o en el momento en el que lo compramos.
Un ejemplo muy claro de esta realidad que seguro que todos reconoceréis es cuando un niño pequeño no para de insistir a sus padres con esa consola, con ese teléfono... él piensa que una vez que lo tenga será totalmente feliz y cuando por fin lo consigue y esa "felicidad" momentánea desaparece ya tiene en mente el deseo de otro capricho con el que poder sentirse "satisfecho"
Así somos también nosotros, cuando conseguimos metas con las que creemos que conseguiremos la autentica felicidad nos damos cuenta que no es así y vivimos constantemente frustrados, porque nuestro deseo de infinito no se puede llenar con cosas finitas.
"El hombre lleva en sí mismo una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz y de verdad, que lo impulsan hacia el Absoluto; el hombre lleva en sí mismo el deseo de Dios" Benedicto XVI
La tentación de las cosas mundanas
Esta tentación constante de querer llenar nuestro corazón con cosas pequeñas o mundanas lo vemos reflejado en el el Evangelio de San Marcos, donde el demonio tentando a Jesús, insinúa que "el pan", es decir, la satisfacción material, puede llenar al hombre. Esta es una mentira peligrosa, porque contiene solamente una parte de verdad. El hombre, de hecho, vive también de pan, pero no sólo de pan. La respuesta de Jesús revela la falsedad de esta posición: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" Mateo 4, 4.
En esta inquietud por no satisfacernos por nada debemos estar tranquilos, sólo debemos de ordenar nuestro corazón, es normal que tu corazón sea tan grande de llenar, tan ansioso y tan inquieto ¡Dios lo ha creado! Y lo ha creado de tal modo que no esté satisfecho con nada, excepto con Dios.
"Nos hiciste Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" San Agustín
Pon orden en tu corazón
La primera medida para ordenar tu corazón y tus deseos es aceptar este gran vacío dentro de ti; está ahí para que Dios pueda habitar en ti. Dios quiere que seamos completamente felices. Quiere llenarnos hasta el último hueco de nuestro ser, y no con una alegría abstracta, sino consigo mismo. Quiere que tengamos la alegría sin fin. Por eso ha creado nuestro corazón desmedido e incapaz de ser habitado hasta que lo ocupe su mismo Espíritu.
"El alma es un vaso que sólo se llena con eternidad" Amado Nervo
"Dios, ha venido al mundo para despertar en nosotros la sed de las ‘cosas grandes’ y lo vemos reflejado en el encuentro de Jesús con la Samaritana, porque Dios también tiene sed de nuestra sed de Él.
Y sobre todo Dios es el que nos hace arder nuestro corazón con el deseo de infinito y lo vemos también reflejado en el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús mientras caminaban "con el rostro triste". Los discípulos de Emaús al retomar vida al llegar a casa "insistieron" para que permaneciese con ellos: "Permanece con nosotros Señor". ¿Sabes por qué? Porque verdaderamente ese encuentro con Cristo resucitado les hizo palpitar el corazón, les completó esa parte del corazón que no lograban llenar con nada.
Así que sé consciente, sólo Dios basta, sólo Él puede llenar tu vida ¡Deja de frustrarte, abre tu corazón a Cristo! Abre tu corazón al Espíritu Santo, sólo si lo abres podrás encontrar inmediatamente la paz y la alegría, porque es el amor mismo el que llega a tu corazón.
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