La verdad, no sé cómo empezar. Venía de realizar la peregrinación con Nuestra Señora de la Cristiandad. Esta era de Oviedo a la Basílica de Covadonga donde nos reunimos más de 1200 católicos de todo el mundo en busca de la reconquista espiritual de España a través de la fe.
La verdad, no sé cómo empezar. Venía de realizar la peregrinación con Nuestra Señora de la Cristiandad. Esta era de Oviedo a la Basílica de Covadonga donde nos reunimos más de 1200 católicos de todo el mundo en busca de la reconquista espiritual de España a través de la fe.
Luego pasamos varios días en San Sebastián de Garabandal. Permanecimos en calles y casas donde la Virgen nos dejó al mundo entero, hace años el grandísimo regalo de avisarnos como madre nuestra; que empezásemos a mejorar y siguiésemos recordando con frecuencia que Él, nuestro Padre, entregó a su único Hijo para nuestra salvación; por ti, por tu padre, por tu madre, por mí… por todos.
De regalazo; como cada sábado allí en Tierra Santa, (“Santa”, por las apariciones de la Virgen a cuatro niñas de aquel pueblo); pudimos rezar el Santo Rosario con Sacerdotes, Seminaristas, muchísimas familias (ancianos, niños, padres…) y consagrados de los Siervos del Hogar, allí cada uno era de una parte del mundo.
Ya fue impactante en la peregrinación y aquel sábado, pero en la JMJ fue más impactante; ver a tanta gente de todo el mundo reunida por una misma causa; Cristo.
Y tras esto empezó la JMJ, tuvimos unos días de formación,convivencia, testimonios y oración personal en Perales del Puerto con distintos Sacerdotes.
Los más fiesteros se preguntaban cómo seguíamos en territorio español si ya los jóvenes estaban reunidos en Lisboa. Por las redes sociales veíamos lo que se estaba viviendo allí, que hasta entonces no era más que el encuentro de jóvenes y no comprendíamos los primeros días el por qué tanta importancia a la oración, formación y confesión.
Únicamente con dos días de las dos parroquias conviviendo, con Santa Misa diaria conjunta, cola para la confesión, rezos de laudes y completas con los Sacerdotes, adoraciones, rezo y explicación del Santo Rosario, etc. nos bastó para entender la importancia, el por qué de esa buena decisión. Simplemente se basaba en fructificar nuestras vidas para que no cayera nada en saco roto de lo que obtuviésemos en la jornada, su finalidad era poner los medios para el fin proporcionado EL CIELO. Se dedicaron a proporcionarnos medios para poner la gracia de Dios en nosotros, esa gracia que Dios nos da para ayudarnos a ir al cielo, sencillamente comprendimos que lo que querían era que entendiésemos que la vocación de todos nosotros; era ser santos alegres. Y es en una de las homilías del Santo Padre, cuando no nos quedó ninguna duda que los tres sacerdotes que estaban junto a nosotros, aquellos que nos corregían y que nos estaban formando; nos amaban porque somos sus hijos, ese papel fundamental en el sacerdote, ser padres como lo es Dios.
Tras la formación que habíamos recibido en esos días, podíamos cumplir lo que se nos estaba pidiendo a todos los jóvenes por parte del Santo Padre; llevar la alegría de ser católico no pasajeramente, no para un momento, si no llevar una alegría que crease raíces.
Me llevo de estas jornadas; esperanza pese a ser una generación tan criticada por los mayores, alegría de ser católica, fortaleza en la fe y muchas cosas más.
Pero sobre todo; me llevo el claro mensaje del Santo Padre de ser audaces en abrazar el sueño de Dios y encontrar caminos para la participación alegre, generosa y transformadora en la Iglesia y la humanidad, junto con nosotros, los jóvenes. También la importancia de confiar en el de arriba, incluso en nuestros momentos de cansancio y desánimo. Nos animó a no quedarnos en la resignación, sino a que renovásemos constantemente el entusiasmo misionero, de llevar adelante la pastoral juntos y de ser pescadores de hombres. Asimismo, nos recordó el gran regalo que tenemos en nuestras vidas, la belleza del amor de Cristo y la importancia de llevar la alegría y el amor a los demás.
Sigamos manteniendo en nuestros corazones aquello que escuchamos día tras día en nuestras conversaciones con Cristo. Tal y como nos dijo el Papa Francisco; es necesario escuchar a Jesús y seguir su camino de amor y esperanza, sin temer. Debemos ser activos en la misión de propagar el Evangelio siempre con amor y alegría.
“Él nos conoce, conoce el corazón de cada uno de nosotros, conoce la vida de cada uno de nosotros, conoce las alegrías, conoce las tristezas, los éxitos y los fracasos, conoce nuestro corazón. Lee nuestros corazones y Él nos dice “no tengáis miedo”
Papa Francisco
Paz Fabra Marco
VCR †
