María Lorenzo y Quique Mira durante un voluntariado en Calcuta Foto: @quiquemira |
María Lorenzo (M. L) y Quique Mira (Q. M) son dos jóvenes católicos. De esos a los que hoy les dicen influencers. En su caso, en Instagram. Suman entre los dos más de 53.000 seguidores, a los que habría que añadir los 24.000 del proyecto de evangelización en el que están implicados, Aute. Fueron a la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa con un grupo del Regnum Christi, al que pertenecen, y participaron allí en un encuentro de referentes católicos en las redes sociales. Antes de Lisboa, pasaron mes y medio en Calcuta sirviendo a los pobres.
Q. M.: Siempre percibí en mí un deseo de ser preferido y de hacer grandes cosas. En mi adolescencia, esto me llevó a seguir los patrones de éxito de la sociedad: las chicas, la fiesta, el fútbol. Hasta los 19 años intenté comerme el mundo fruto de este deseo de sentirme querido. Empecé a trabajar en varios locales de noche, estuve como relaciones públicas y luego ascendí a jefe de equipo. Esto derivó en desfases con el alcohol y en relaciones con chicas. Aunque en el colegio me habían hablado de Dios, no sentía que tuviera que ver conmigo. Así que el primer encuentro con Cristo fue a los 19 años, a través del padre Javier. Fue muy sencillo. Me invitó una Semana Santa a hacer el curso de monitor de tiempo libre. El Viernes Santo me preguntó: «Quique, ¿cuándo vas a empezar a tomarte la vida en serio?». Sentí que era el mismo Jesús el que me estaba hablando. Yo no sabía qué decir. Fui a la capilla, caí de rodillas y estuve toda la tarde llorando delante del Santísimo. A la vuelta, le dije a mis padres que me había encontrado con Dios y que quería seguirlo. Desde entonces y hasta hoy, que tengo 25 años, ha sido un camino para descubrir la Iglesia católica, los sacramentos, la oración e ir conociendo a Dios a través de mi comunidad, en el Regnum Christi. Dios me fue separando de forma natural del ambiente de la noche y de las relaciones desordenadas y poco a poco mi vida se fue conformando hacia él.
M. L.: Mi familia lo vivió feliz. Mi madre me acompañó en el cambio. También sentí la necesidad de contarlo a mis amigos de una manera natural. Hay amigas que se emocionaron y otras que han ido desapareciendo.7
Lee la entrevista completa realizada por Fran Otero Fandiño en Revista Ecclesia