Respuesta
La respuesta es que sí. El sexo fuera del matrimonio (técnicamente
llamado fornicación) está prohibido por el sexto mandamiento, y es un
pecado grave. (Catecismo 2353)
Generalmente nuestra conciencia reconoce que la fornicación es un
pecado. Sin embargo, las películas, la cultura y nuestros amigos a veces
nos dan a entender lo contrario. Por eso te ofrezco una explicación que
quizá ayude a pensar en el sexo desde una perspectiva cristiana.
El sexo es algo bueno y santo. Es el modo en que una persona nueva llega
a existir. Desde esa perspectiva, es la expresión más radical de
intimidad, cariño y compromiso, pues esencialmente le estás diciendo a
otra persona: “quiero que haya más de ti en este mundo”. Y alguien te
está diciendo a ti lo mismo: “te quiero tanto, que quiero que exista más
de ti, para que el mundo sea mejor lugar, para que haya más alegría en
mi vida, y para poder amar también a este otro pedacito de ti que va a
existir.”
Obviamente, el sexo se puede vivir a un nivel menos intenso, pero detrás
de esa menor intensidad se esconde – a veces sin una mala intención
explícita – una menor generosidad y un menor respeto por tu pareja. Si
el sexo no se vive en su plenitud, tarde o temprano se convierte en un
intercambio de placer. Este intercambio se hace cada vez más egoísta,
hasta que la otra persona termina siendo un objeto necesario pero
intercambiable. Basta mirar la cultura del “hook-up”, el aumento
meteórico de la pornografía, el tráfico de personas, etc.
Dios quiere que vivamos esta vida en plenitud (Juan 10, 10) y por eso
nos ayuda con “reglas” que nos van mostrando el camino, aunque a veces
parezcan contraculturales o incluso contraintuitivas. Recuerda que estás
a una confesión de volver a empezar, y que tienes a Dios a tu lado para
ganar esta batalla interior.
Fuente: NEWFIRE